INTRODUCCIÓN:
Aunque no se puede confirmar con toda seguridad, se cree que el juego de las canicas tiene un origen muy antiguo en la zona de Burgos y sus alrededores. Esta creencia se debe a que en varias tumbas celtíberas se han descubierto varios grupos de bolas de tamaños muy similares a las canicas actuales. Los arqueólogos no son capaces de dar una explicación a estas bolas, debido a eso es una creencia sin poderse confirmar.
El clásico juego de canicas de Castilla y León constaba de bolas hechas con barro o de cristan. De vez en cuando se utilizaban canicas de piedra, y éstas eran muy temidas en el juego debido a que su uso podría acabar rompiendo las otras canicas.
Desarrollo:
A las canicas se jugaba en cuclillas a ras del suelo y la bolita se arrojaba impulsada con los dedos de la mano, con el pulgar y el índice o el corazón. El modo de jugar era muy sencillo: Se hacía una apuesta entre dos o más jugadores y uno salía con su canica; el siguiente lanzaba la suya a "matar", a tocarla y en este caso pasaba a ser suya. Con los disparos alternativos se recorría varias veces la plaza del pueblo y en ocasiones había quien ganaba una gran cantidad de canicas en una tarde.
Otras dos maneras de jugar, más complicadas, eran al "huevo" y al "guá". Para la primera se dibujaba un cuadrado en el suelo y cerca de uno de los lados se hacía un cerco en forma de huevo donde se colocaban aquello que se apostaban. El juego consistía en sacar a canicazos dichas apuestas y en "matar" a los adversarios sacando sus canicas del cuadrado. La canica no podía salir del cuadro ni tampoco quedar en el círculo oval, y para "matar" se requería pasar por el "huevo", aunque no hubiera empujado nada.
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